La Biblia Reina Valera

Lucas 11

Lucas

Indice

Capítulo 12

1


 

  EN esto, juntándose muchas gentes, tanto que unos á otros se hollaban, comenzó á decir á sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los Fariseos, que es hipocresía.  

 

 

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2


 

  Porque nada hay encubierto, que no haya de ser descubierto; ni oculto, que no haya de ser sabido.  

 

 

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3


 

  Por tanto, las cosas que dijisteis en tinieblas, á la luz serán oídas; y lo que hablasteis al oído en las cámaras, será pregonado en los terrados.  

 

 

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4


 

  Mas os digo, amigos míos: No temáis de los que matan el cuerpo, y después no tienen más que hacer.  

 

 

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5


 

  Mas os enseñaré á quién temáis: temed á aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en la Gehenna: así os digo: á éste temed.  

 

 

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6


 

  ¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas? pues ni uno de ellos está olvidado delante de Dios.  

 

 

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7


 

  Y aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis pues: de más estima sois que muchos pajarillos.  

 

 

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8


 

  Y os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios;  

 

 

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9


 

  Mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.  

 

 

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10


 

  Y todo aquel que dice palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonado; mas al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.  

 

 

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11


 

  Y cuando os trajeren á las sinagogas, y á los magistrados y potestades, no estéis solícitos cómo ó qué hayáis de responder, ó qué hayáis de decir;  

 

 

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12


 

  Porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que será necesario decir.  

 

 

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13


 

  Y díjole uno de la compañía: Maestro, di á mi hermano que parta conmigo la herencia.  

 

 

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14


 

  Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez ó partidor sobre vosotros?  

 

 

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15


 

  Y díjoles: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.  

 

 

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16


 

  Y refirióles una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había llevado mucho;  

 

 

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17


 

  Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿qué haré, porque no tengo donde juntar mis frutos?  

 

 

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18


 

  Y dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes, y los edificaré mayores, y allí juntaré todos mis frutos y mis bienes;  

 

 

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19


 

  Y diré á mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; repósate, come, bebe, huélgate.  

 

 

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20


 

  Y díjole Dios: Necio, esta noche vuelven á pedir tu alma; y lo que has prevenido, ¿de quién será?  

 

 

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21


 

  Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios.  

 

 

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22


 

  Y dijo á sus discípulos: Por tanto os digo: No estéis afanosos de vuestra vida, qué comeréis; ni del cuerpo, qué vestiréis.  

 

 

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23


 

  La vida más es que la comida, y el cuerpo que el vestido.  

 

 

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24


 

  Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen cillero, ni alfolí; y Dios los alimenta. ¿Cuánto de más estima sois vosotros que las aves?  

 

 

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25


 

  ¿Y quién de vosotros podrá con afán añadir á su estatura un codo?  

 

 

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26


 

  Pues si no podéis aun lo que es menos, ¿para qué estaréis afanosos de lo demás?  

 

 

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27


 

  Considerad los lirios, cómo crecen: no labran, ni hilan; y os digo, que ni Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.  

 

 

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28


 

  Y si así viste Dios á la hierba, que hoy está en el campo, y mañana es echada en el horno; ¿cuánto más á vosotros, hombres de poca fe?  

 

 

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29


 

  Vosotros, pues, no procuréis qué hayáis de comer, ó qué hayáis de beber: ni estéis en ansiosa perplejidad.  

 

 

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30


 

  Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; que vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas.  

 

 

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31


 

  Mas procurad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.  

 

 

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32


 

  No temáis, manada pequeña; porque al Padre ha placido daros el reino.  

 

 

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33


 

  Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejecen, tesoro en los cielos que nunca falta; donde ladrón no llega, ni polilla corrompe.  

 

 

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34


 

  Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.  

 

 

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35


 

  Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras antorchas encendidas;  

 

 

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36


 

  Y vosotros semejantes á hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere, y llamare, luego le abran.  

 

 

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37


 

  Bienaventurados aquellos siervos, á los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten á la mesa, y pasando les servirá.  

 

 

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38


 

  Y aunque venga á la segunda vigilia, y aunque venga á la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos.  

 

 

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39


 

  Esto empero sabed, que si supiese el padre de familia á qué hora había de venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa.  

 

 

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40


 

  Vosotros pues también, estad apercibidos; porque á la hora que no pensáis, el Hijo del hombre vendrá.  

 

 

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41


 

  Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola á nosotros, ó también á todos?  

 

 

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42


 

  Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor pondrá sobre su familia, para que á tiempo les dé su ración?  

 

 

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43


 

  Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando el señor viniere, hallare haciendo así.  

 

 

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44


 

  En verdad os digo, que él le pondrá sobre todos sus bienes.  

 

 

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45


 

  Mas si el tal siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir: y comenzare á herir á los siervos y á las criadas, y á comer y á beber y á embriagarse;  

 

 

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46


 

  Vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera, y á la hora que no sabe, y le apartará, y pondrá su parte con los infieles.  

 

 

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47


 

  Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió, ni hizo conforme á su voluntad, será azotado mucho.  

 

 

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48


 

  Mas el que no entendió, é hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco: porque á cualquiera que fué dado mucho, mucho será vuelto á demandar de él; y al que encomendaron mucho, más le será pedido.  

 

 

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49


 

  Fuego vine á meter en la tierra: ¿y qué quiero, si ya está encendido?  

 

 

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50


 

  Empero de bautismo me es necesario ser bautizado: y ¡cómo me angustio hasta que sea cumplido!  

 

 

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51


 

  ¿Pensáis que he venido á la tierra á dar paz? No, os digo; mas disensión.  

 

 

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52


 

  Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa divididos; tres contra dos, y dos contra tres.  

 

 

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53


 

  El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.  

 

 

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54


 

  Y decía también á las gentes: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así.  

 

 

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55


 

  Y cuando sopla el austro, decís: Habrá calor; y lo hay.  

 

 

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56


 

  ¡Hipócritas! Sabéis examinar la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo no reconocéis este tiempo?  

 

 

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57


 

  ¿Y por qué aun de vosotros mismos no juzgáis lo que es justo?  

 

 

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58


 

  Pues cuando vas al magistrado con tu adversario, procura en el camino librarte de él; porque no te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.  

 

 

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59


 

  Te digo que no saldrás de allá, hasta que hayas pagado hasta el último maravedí.  

 

 

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Lucas 13

 

 

 

 

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