La Biblia Reina Valera

Lucas 10

Lucas

Indice

Capítulo 11

1


 

  Y ACONTECIO que estando él orando en un lugar, como acabó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos á orar, como también Juan enseñó á sus discípulos.  

 

 

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2


 

  Y les dijo: Cuando orareis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos; sea tu nombre santificado. Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.  

 

 

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3


 

  El pan nuestro de cada día, dános lo hoy.  

 

 

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4


 

  Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos á todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del malo.  

 

 

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5


 

  Díjoles también: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, é irá á él á media noche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes,  

 

 

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6


 

  Porque un amigo mío ha venido á mí de camino, y no tengo que ponerle delante;  

 

 

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7


 

  Y el de dentro respondiendo, dijere: No me seas molesto; la puerta está ya cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y darte?  

 

 

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8


 

  Os digo, que aunque no se levante á darle por ser su amigo, cierto por su importunidad se levantará, y le dará todo lo que habrá menester.  

 

 

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9


 

  Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os será abierto.  

 

 

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10


 

  Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se abre.  

 

 

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11


 

  ¿Y cuál padre de vosotros, si su hijo le pidiere pan, le dará una piedra?, ó, si pescado, ¿en lugar de pescado, le dará una serpiente?  

 

 

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12


 

  O, si le pidiere un huevo, ¿le dará un escorpión?  

 

 

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13


 

  Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas á vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo á los que lo pidieren de él?  

 

 

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14


 

  Y estaba él lanzando un demonio, el cual era mudo: y aconteció que salido fuera el demonio, el mudo habló y las gentes se maravillaron.  

 

 

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15


 

  Mas algunos de ellos decían: En Beelzebub, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios.  

 

 

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16


 

  Y otros, tentando, pedían de él señal del cielo.  

 

 

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17


 

  Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae.  

 

 

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18


 

  Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo estará en pie su reino? porque decís que en Beelzebub echo yo fuera los demonios.  

 

 

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19


 

  Pues si yo echo fuera los demonios en Beelzebub, ¿vuestros hijos en quién los echan fuera? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.  

 

 

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20


 

  Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, cierto el reino de Dios ha llegado á vosotros.  

 

 

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21


 

  Cuando el fuerte armado guarda su atrio, en paz está lo que posee.  

 

 

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22


 

  Mas si sobreviniendo otro más fuerte que él, le venciere, le toma todas sus armas en que confiaba, y reparte sus despojos.  

 

 

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23


 

  El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.  

 

 

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24


 

  Cuando el espíritu inmundo saliere del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Me volveré á mi casa de donde salí.  

 

 

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25


 

  Y viniendo, la halla barrida y adornada.  

 

 

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26


 

  Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, habitan allí: y lo postrero del tal hombre es peor que lo primero.  

 

 

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27


 

  Y aconteció que diciendo estas cosas, una mujer de la compañía, levantando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los pechos que mamaste.  

 

 

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28


 

  Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.  

 

 

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29


 

  Y juntándose las gentes á él, comenzó á decir: Esta generación mala es: señal busca, mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás.  

 

 

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30


 

  Porque como Jonás fué señal á los Ninivitas, así también será el Hijo del hombre á esta generación.  

 

 

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31


 

  La reina del Austro se levantará en juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque vino de los fines de la tierra á oir la sabiduría de Salomón; y he aquí más que Salomón en este lugar.  

 

 

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32


 

  Los hombres de Nínive se levantarán en juicio con esta generación, y la condenarán; porque á la predicación de Jonás se arrepintieron; y he aquí más que Jonás en este lugar.  

 

 

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33


 

  Nadie pone en oculto la antorcha encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz.  

 

 

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34


 

  La antorcha del cuerpo es el ojo: pues si tu ojo fuere simple, también todo tu cuerpo será resplandeciente; mas si fuere malo, también tu cuerpo será tenebroso.  

 

 

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35


 

  Mira pues, si la lumbre que en ti hay, es tinieblas.  

 

 

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36


 

  Así que, siendo todo tu cuerpo resplandeciente, no teniendo alguna parte de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una antorcha de resplandor te alumbra.  

 

 

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37


 

  Y luego que hubo hablado, rogóle un Fariseo que comiese con él: y entrado Jesús, se sentó á la mesa.  

 

 

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38


 

  Y el Fariseo, como lo vió, maravillóse de que no se lavó antes de comer.  

 

 

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39


 

  Y el Señor le dijo: Ahora vosotros los Fariseos lo de fuera del vaso y del plato limpiáis; mas lo interior de vosotros está lleno de rapiña y de maldad.  

 

 

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40


 

  Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de dentro?  

 

 

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41


 

  Empero de lo que os resta, dad limosna; y he aquí todo os será limpio.  

 

 

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42


 

  Mas ¡ay de vosotros, Fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortliza; mas el juicio y la caridad de Dios pasáis de largo. Pues estas cosas era necesario hacer, y no dejar las otras.  

 

 

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43


 

  ¡Ay de vosotros, Fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas.  

 

 

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44


 

  ¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben.  

 

 

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45


 

  Y respondiendo uno de los doctores de la ley, le dice: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas á nosotros.  

 

 

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46


 

  Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, doctores de la ley! que cargáis á los hombres con cargas que no pueden llevar; mas vosotros ni aun con un dedo tocáis las cargas.  

 

 

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47


 

  ¡Ay de vosotros! que edificáis los sepulcros de los profetas, y los mataron vuestros padres.  

 

 

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48


 

  De cierto dais testimonio que consentís en los hechos de vuestros padres; porque á la verdad ellos los mataron, mas vosotros edificáis sus sepulcros.  

 

 

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49


 

  Por tanto, la sabiduría de Dios también dijo: Enviaré á ellos profetas y apóstoles; y de ellos á unos matarán y á otros perseguirán;  

 

 

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50


 

  Para que de esta generación sea demandada la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la fundación del mundo;  

 

 

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51


 

  Desde la sangre de Abel, hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo: así os digo, será demandada de esta generación.  

 

 

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52


 

  ¡Ay de vosotros, doctores de la ley! que habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y á los que entraban impedisteis.  

 

 

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53


 

  Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los Fariseos comenzaron á apretar le en gran manera, y á provocarle á que hablase de muchas cosas;  

 

 

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54


 

  Acechándole, y procurando cazar algo de su boca para acusarle.  

 

 

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Lucas 12

 

 

 

 

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