La Biblia Reina Valera

Mateo 12

Mateo

Indice

Capítulo 13

1


 

  Y AQUEL día, saliendo Jesús de casa, se sentó junto á la mar.  

 

 

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2


 

  Y se allegaron á él muchas gentes; y entrándose él en el barco, se sentó, y toda la gente estaba á la ribera.  

 

 

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3


 

  Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí el que sembraba salió á sembrar.  

 

 

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4


 

  Y sembrando, parte de la simiente cayó junto al camino; y vinieron las aves, y la comieron.  

 

 

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5


 

  Y parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y nació luego, porque no tenía profundidad de tierra:  

 

 

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6


 

  Mas en saliendo el sol, se quemó; y secóse, porque no tenía raíz.  

 

 

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7


 

  Y parte cayó en espinas; y las espinas crecieron, y la ahogaron.  

 

 

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8


 

  Y parte cayó en buena tierra, y dió fruto, cuál a ciento, cuál á sesenta, y cuál á treinta.  

 

 

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9


 

  Quien tiene oídos para oir, oiga.  

 

 

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10


 

  Entonces, llegándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?  

 

 

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11


 

  Y él respondiendo, les dijo: Por que á vosotros es concedido saber los misterios del reino de los cielos; mas á ellos no es concedido.  

 

 

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12


 

  Porque á cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.  

 

 

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13


 

  Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.  

 

 

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14


 

  De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no miraréis.  

 

 

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15


 

  Porque el corazón de este pueblo está engrosado, Y de los oídos oyen pesadamente, Y de sus ojos guiñan: Para que no vean de los ojos, Y oigan de los oídos, Y del corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane.  

 

 

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16


 

  Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.  

 

 

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17


 

  Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron: y oir lo que oís, y no lo oyeron.  

 

 

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18


 

  Oid, pues, vosotros la parábola del que siembra:  

 

 

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19


 

  Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no entendiéndola, viene el malo, y arrebata lo que fué sembrado en su corazón: éste es el que fué sembrado junto al camino.  

 

 

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20


 

  Y el que fué sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y luego la recibe con gozo.  

 

 

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21


 

  Mas no tiene raíz en sí, antes es temporal que venida la aflicción ó la persecución por la palabra, luego se ofende.  

 

 

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22


 

  Y el que fué sembrado en espinas, éste es el que oye la palabra; pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogan la palabra, y hácese infructuosa.  

 

 

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23


 

  Mas el que fué sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y el que lleva fruto: y lleva uno á ciento, y otro á sesenta, y otro á treinta.  

 

 

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24


 

  Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo:  

 

 

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25


 

  Mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró cizaña entre el trigo, y se fué.  

 

 

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26


 

  Y como la hierba salió é hizo fruto, entonces apareció también la cizaña.  

 

 

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27


 

  Y llegándose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo? ¿de dónde, pues, tiene cizaña?  

 

 

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28


 

  Y él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la cojamos?  

 

 

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29


 

  Y él dijo: No; porque cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo.  

 

 

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30


 

  Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré á los segadores: Coged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí.  

 

 

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31


 

  Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que tomándolo alguno lo sembró en su campo:  

 

 

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32


 

  El cual á la verdad es la más pequeña de todas las simientes; mas cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.  

 

 

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33


 

  Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante á la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudo.  

 

 

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34


 

  Todo esto habló Jesús por parábolas á las gentes, y sin parábolas no les hablaba:  

 

 

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35


 

  Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo: Abriré en parábolas mi boca; Rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo.  

 

 

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36


 

  Entonces, despedidas las gentes, Jesús se vino á casa; y llegándose á él sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo.  

 

 

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37


 

  Y respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre;  

 

 

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38


 

  Y el campo es el mundo; y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo;  

 

 

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39


 

  Y el enemigo que la sembró, es el diablo; y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.  

 

 

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40


 

  De manera que como es cogida la cizaña, y quemada al fuego, así será en el fin de este siglo.  

 

 

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41


 

  Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y cogerán de su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad,  

 

 

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42


 

  Y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes.  

 

 

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43


 

  Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre: el que tiene oídos para oir, oiga.  

 

 

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44


 

  Además, el reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el campo; el cual hallado, el hombre lo encubre, y de gozo de ello va, y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.  

 

 

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45


 

  También el reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que busca buenas perlas;  

 

 

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46


 

  Que hallando una preciosa perla, fué y vendió todo lo que tenía, y la compró.  

 

 

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47


 

  Asimismo el reino de los cielos es semejante á la red, que echada en la mar, coge de todas suertes de peces:  

 

 

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48


 

  La cual estando llena, la sacaron á la orilla; y sentados, cogieron lo bueno en vasos, y lo malo echaron fuera.  

 

 

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49


 

  Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán á los malos de entre los justos,  

 

 

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50


 

  Y los echarán en el horno del fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes.  

 

 

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51


 

  Díceles Jesús: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos responden: Sí, Señor.  

 

 

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52


 

  Y él les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos, es semejante á un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.  

 

 

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53


 

  Y aconteció que acabando Jesús estas parábolas, pasó de allí.  

 

 

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54


 

  Y venido á su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que ellos estaban atónitos, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría, y estas maravillas?  

 

 

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55


 

  ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿no se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo y José, y Simón, y Judas?  

 

 

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56


 

  ¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?  

 

 

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57


 

  Y se escandalizaban en él. Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su tierra y en su casa.  

 

 

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58


 

  Y no hizo allí muchas maravillas, á causa de la incredulidad de ellos.  

 

 

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Mateo 14

 

 

 

 

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