La Biblia Reina Valera

Salmos 77

Salmos

Indice

Capítulo 78

1


 

  ESCUCHA, pueblo mío, mi ley: Inclinad vuestro oído á las palabras de mi boca.  

 

 

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2


 

  Abriré mi boca en parábola; Hablaré cosas reservadas de antiguo:  

 

 

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3


 

  Las cuales hemos oído y entendido; Que nuestros padres nos las contaron.  

 

 

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4


 

  No las encubriremos á sus hijos, Contando á la generación venidera las alabanzas de Jehová, Y su fortaleza, y sus maravillas que hizo.  

 

 

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5


 

  El estableció testimonio en Jacob, Y pusó ley en Israel; La cual mandó á nuestros padres Que la notificasen á sus hijos;  

 

 

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6


 

  Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán, lo cuenten á sus hijos;  

 

 

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7


 

  A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios, Y guarden sus mandamientos:  

 

 

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8


 

  Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no apercibió su corazón, Ni fué fiel para con Dios su espíritu.  

 

 

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9


 

  Los hijos de Ephraim armados, flecheros, Volvieron las espaldas el día de la batalla.  

 

 

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10


 

  No guardaron el pacto de Dios, Ni quisieron andar en su ley:  

 

 

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11


 

  Antes se olvidaron de sus obras, Y de sus maravillas que les había mostrado.  

 

 

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12


 

  Delante de sus padres hizo maravillas En la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.  

 

 

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13


 

  Rompió la mar, é hízolos pasar; E hizo estar las aguas como en un montón.  

 

 

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14


 

  Y llevólos de día con nube, Y toda la noche con resplandor de fuego.  

 

 

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15


 

  Hendió las peñas en el desierto: Y dióles á beber como de grandes abismos;  

 

 

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16


 

  Pues sacó de la peña corrientes, E hizo descender aguas como ríos.  

 

 

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17


 

  Empero aun tornaron á pecar contra él, Enojando en la soledad al Altísimo.  

 

 

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18


 

  Pues tentaron á Dios en su corazón, Pidiendo comida á su gusto.  

 

 

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19


 

  Y hablaron contra Dios, Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?  

 

 

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20


 

  He aquí ha herido la peña, y corrieron aguas, Y arroyos salieron ondeando: ¿Podrá también dar pan? ¿Aparejará carne á su pueblo?  

 

 

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21


 

  Por tanto oyó Jehová, é indignóse: Y encendióse el fuego contra Jacob, Y el furor subió también contra Israel;  

 

 

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22


 

  Por cuanto no habían creído á Dios, Ni habían confiado en su salud:  

 

 

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23


 

  A pesar de que mandó á las nubes de arriba, Y abrió las puertas de los cielos,  

 

 

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24


 

  E hizo llover sobre ellos maná para comer, Y dióles trigo de los cielos.  

 

 

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25


 

  Pan de nobles comió el hombre: Envióles comida á hartura.  

 

 

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26


 

  Movió el solano en el cielo, Y trajo con su fortaleza el austro.  

 

 

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27


 

  E hizo llover sobre ellos carne como polvo, Y aves de alas como arena de la mar.  

 

 

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28


 

  E hízolas caer en medio de su campo, Alrededor de sus tiendas.  

 

 

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29


 

  Y comieron, y hartáronse mucho: Cumplióles pues su deseo.  

 

 

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30


 

  No habían quitado de sí su deseo, Aun estaba su vianda en su boca,  

 

 

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31


 

  Cuando vino sobre ellos el furor de Dios, Y mató los más robustos de ellos, Y derribo los escogidos de Israel.  

 

 

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32


 

  Con todo esto pecaron aún, Y no dieron crédito á sus maravillas.  

 

 

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33


 

  Consumió por tanto en nada sus días, Y sus años en la tribulación.  

 

 

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34


 

  Si los mataba, entonces buscaban á Dios; Entonces se volvían solícitos en busca suya.  

 

 

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35


 

  Y acordábanse que Dios era su refugio. Y el Dios Alto su redentor.  

 

 

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36


 

  Mas le lisonjeaban con su boca, Y con su lengua le mentían:  

 

 

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37


 

  Pues sus corazones no eran rectos con él, Ni estuvieron firmes en su pacto.  

 

 

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38


 

  Empero él misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía: Y abundó para apartar su ira, Y no despertó todo su enojo.  

 

 

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39


 

  Y acordóse que eran carne; Soplo que va y no vuelve.  

 

 

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40


 

  ¡Cuántas veces lo ensañaron en el desierto, Lo enojaron en la soledad!  

 

 

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41


 

  Y volvían, y tentaban á Dios, Y ponían límite al Santo de Israel.  

 

 

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42


 

  No se acordaron de su mano, Del día que los redimió de angustia;  

 

 

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43


 

  Cuando puso en Egipto sus señales, Y sus maravillas en el campo de Zoán;  

 

 

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44


 

  Y volvió sus ríos en sangre, Y sus corrientes, porque no bebiesen.  

 

 

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45


 

  Envió entre ellos una mistura de moscas que los comían, Y ranas que los destruyeron.  

 

 

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46


 

  Dió también al pulgón sus frutos, Y sus trabajos á la langosta.  

 

 

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47


 

  Sus viñas destruyó con granizo, Y sus higuerales con piedra;  

 

 

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48


 

  Y entregó al pedrisco sus bestias, Y al fuego sus ganados.  

 

 

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49


 

  Envió sobre ellos el furor de su saña, Ira y enojo y angustia, Con misión de malos ángeles.  

 

 

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50


 

  Dispuso el camino á su furor; No eximió la vida de ellos de la muerte, Sino que entregó su vida á la mortandad.  

 

 

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51


 

  E hirió á todo primogénito en Egipto, Las primicias de las fuerzas en las tiendas de Châm.  

 

 

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52


 

  Empero hizo salir á su pueblo como ovejas, Y llevólos por el desierto, como un rebaño.  

 

 

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53


 

  Y guiólos con seguridad, que no tuvieron miedo; Y la mar cubrió á sus enemigos.  

 

 

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54


 

  Metiólos después en los términos de su santuario, En este monte que ganó su mano derecha.  

 

 

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55


 

  Y echó las gentes de delante de ellos, Y repartióles una herencia con cuerdas; E hizo habitar en sus moradas á las tribus de Israel.  

 

 

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56


 

  Mas tentaron y enojaron al Dios Altísimo, Y no guardaron sus testimonios;  

 

 

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57


 

  Sino que se volvieron, y se rebelaron como sus padres: Volviéronse como arco engañoso.  

 

 

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58


 

  Y enojáronlo con sus altos, Y provocáronlo á celo con sus esculturas.  

 

 

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59


 

  Oyólo Dios, y enojóse, Y en gran manera aborreció á Israel.  

 

 

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60


 

  Dejó por tanto el tabernáculo de Silo, La tienda en que habitó entre los hombres;  

 

 

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61


 

  Y dió en cautividad su fortaleza, Y su gloria en mano del enemigo.  

 

 

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62


 

  Entregó también su pueblo á cuchillo, Y airóse contra su heredad.  

 

 

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63


 

  El fuego devoró sus mancebos, Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.  

 

 

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64


 

  Sus sacerdotes cayeron á cuchillo, Y sus viudas no lamentaron.  

 

 

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65


 

  Entonces despertó el Señor á la manera del que ha dormido, Como un valiente que grita excitado del vino:  

 

 

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66


 

  E hirió á sus enemigos en las partes posteriores: Dióles perpetua afrenta.  

 

 

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67


 

  Y desechó el tabernáculo de José, Y no escogió la tribu de Ephraim.  

 

 

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68


 

  Sino que escogió la tribu de Judá, El monte de Sión, al cual amó.  

 

 

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69


 

  Y edificó su santuario á manera de eminencia, Como la tierra que cimentó para siempre.  

 

 

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70


 

  Y eligió á David su siervo, Y tomólo de las majadas de las ovejas:  

 

 

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71


 

  De tras las paridas lo trajo, Para que apacentase á Jacob su pueblo, y á Israel su heredad.  

 

 

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72


 

  Y apacentólos con entereza de su corazón; Y pastoreólos con la pericia de sus manos.  

 

 

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Salmos 79

 

 

 

 

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